Las Guerras como Motor Económico: La Perspectiva de Joe Biden

 En un intento por persuadir al Congreso de aprobar nuevos fondos para la adquisición de armas y equipo militar destinados a Ucrania e Israel, el presidente Joe Biden y su equipo han expuesto un argumento que, aunque conocido, rara vez se discute abiertamente en Estados Unidos: la significativa dependencia económica de las actividades bélicas.

No se limita solo al conflicto en Ucrania. Un titular del Wall Street Journal de esta semana afirmó que las "acciones de fabricantes de armas han superado el desempeño del S&P 500 desde el 7 de octubre". Este hecho revela una verdad incómoda sobre la relación entre las acciones de defensa y los conflictos armados.

Jason Aiken, ejecutivo financiero en jefe de General Dynamics, una de las principales empresas de equipo militar, declaró al principal rotativo financiero del país que la guerra en Ucrania ya había aumentado la demanda de los productos de la empresa y predijo que la situación en Israel seguirá impulsando esa demanda.

No es ninguna novedad que las guerras resultan ser un buen negocio para las industrias militares, o como prefieren ser llamadas, la "industria de defensa". Según William D. Hartung, investigador senior y especialista en el complejo industrial militar, las principales contratistas militares del país, como Lockheed Martin, Raytheon, Boeing, General Dynamics y Northrop Grumman, dependen en gran medida del flujo constante de financiamiento proveniente del Pentágono. "Estas no son empresas capitalistas en el sentido tradicional", subrayó Hartung, señalando que Lockheed Martin obtiene el 73 por ciento de sus ingresos a través de contratos con el gobierno estadounidense.

En este contexto, la admisión de Biden sobre su disposición a hacer concesiones en las negociaciones con los republicanos sobre la frontera con México a cambio de más ayuda para Ucrania revela la interconexión entre las decisiones políticas y los intereses económicos en el complejo entramado de la geopolítica contemporánea. La pregunta que queda flotando es: ¿Hasta qué punto se verá influenciada la política fronteriza por los juegos de poder económico a nivel internacional?