Guatemala y el Cártel del Golfo: La Alianza que Creó Monstruos

 En la época final de los años 90, el Cártel del Golfo emprendió una misión audaz: salir de México en busca de reclutas dispuestos a unirse a su recién concebido brazo armado, liderado por Arturo Guzmán Decena, un exmiembro de las fuerzas especiales mexicanas conocidas como Gafes.

Fue en Guatemala donde la organización, bajo la dirección de Osiel Cárdenas Guillén, identificó a un grupo de mercenarios que serían fundamentales como sicarios en la creciente confrontación con el Cártel de Sinaloa. Estos mercenarios eran los Kaibiles, una brigada de Fuerzas Especiales guatemaltecas, análogas a los Gafes mexicanos, que habían abandonado su servicio militar para unirse al crimen organizado en México.

"Los Zetas también viajaron al extranjero en busca de sicarios inteligentes, encontrando a los mercenarios más dispuestos en Guatemala, antiguos miembros de los comandos de élite Kaibiles que arrasaban las aldeas rebeldes en la guerra civil", describe el libro 'El Narco' de Ioan Grillo.

A pesar de la inversión millonaria del Cártel del Golfo para respaldar el rápido desarrollo de Los Zetas, estos sicarios pronto comenzaron a generar sus propios ingresos, introduciendo en México la práctica del cobro de extorsiones.

Cuando Osiel Cárdenas Guillén reclutó a Arturo Guzmán Decena, alias 'El Z-1', no solo buscaba un pistolero más; tenía la visión de formar una compañía de sicarios formidable y persuadir a otros miembros del Ejército Mexicano para que se unieran a sus filas. Guzmán Decena, a su vez, trabajó incansablemente para reclutar nuevos elementos, tanto civiles como exintegrantes de las Fuerzas Especiales, muchos de los cuales eran desertores de la Secretaría de la Defensa Nacional.

En este intrigante capítulo de la historia del crimen organizado, la iniciativa para organizar una fuerza paramilitar provino tanto de Cárdenas como de Guzmán, marcando el inicio de Los Zetas como una unidad formidable dentro del narcotráfico mexicano.

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