Fentanilo, Dinero Sucio y Elecciones: El Puzzle que México Debe Resolver

 Bajo el manto de una aparente preocupación por la inversión china en México, la visita de Janet Yellen, la figura más destacada en la administración Biden en materia de regulación financiera, revela una trama mucho más compleja y urgente. En un giro inusual, Yellen, conocida por su enfoque en asuntos económicos, desembarcó en México para abordar dos temas candentes: el auge del fentanilo y la crisis migratoria.

La funcionaria estadounidense, consciente de la presión que enfrenta su gobierno debido al alarmante aumento de muertes vinculadas al consumo de opioides, especialmente el letal fentanilo, se encuentra en una búsqueda desesperada de respuestas presupuestales y financieras. Con alrededor de 200 muertes diarias y aproximadamente 70,000 anuales, el costo humano y económico de esta crisis es devastador. Pero Yellen no solo enfrenta el desafío de contener esta epidemia, sino también la gestión de una crisis migratoria que amenaza con desbordarse, un negocio que genera al menos 10,000 millones de dólares al año. Las preguntas sobre dónde y cómo se lava este dinero, y quiénes son los responsables de este proceso, resuenan en el aire.

En esta visita sin precedentes, Yellen emerge como el rostro de una nueva estrategia, donde el narcotráfico y la migración se entrelazan y se convierten en puntos cruciales en la campaña presidencial estadounidense. México, a su vez, asume un papel central, tanto en términos reales como simbólicos. Mientras que en el pasado, las visitas de funcionarios del Departamento de Estado se centraban en enfoques diferentes, la presencia de Yellen implica la incorporación de un arsenal de experiencia financiera a la lucha contra los traficantes de drogas y los traficantes de personas.

La presión sobre México es evidente, ya que la administración Biden busca resultados a corto plazo ante las inminentes elecciones. La pregunta que flota en el aire es si México podrá cumplir con las expectativas y entregar los resultados que Estados Unidos necesita en los tiempos exigidos por la administración de Biden. En este juego complejo entre intereses económicos, crisis de salud y migración, la relación entre ambos países se enfrenta a una prueba crucial que podría tener repercusiones significativas en el escenario político y económico bilateral.